Se prohíbe morir.

Era un viernes 3 de julio por la madrugada, y un grande de la literatura latinoamericana nos dejaba para tomar su camino entre las letras. 

Jorge Enrique Adoum, poeta, crítico literario, ensayista y novelista, dejaba entre nosotros un sin fin de hermosos versos para trascender a un mundo nuevo dentro una vasija de barro. Con una peculiaridad bastante extensa entre los grandes por su trayectoria en Ecuador en varios ámbitos. 
A pesar de haber tenido estudios universitarios en Filosofía y Derecho, su pasión por la literatura, se vió reflejada en cada uno de sus escritos por tratar temas sociales. 



Su obra más conocida es "Entre Marx y Una Mujer Desnuda", que fue publicada en 1976, la cuál años después fue llevada a la pantalla grande por su gran importancia narrativa. Esta novela para mi tiene gran importancia personal, y he llamado un "libro de citas", que de una forma u otra me recuerda a la obra más conocida de Julio Cortázar. 
Esta misma obra, es la que lo pudo conectar con México, pues gracias a ella obtuvo el Premio Xavier Villarrutia, que por primera vez fue otorgado a un escritor extranjero no residente en éste país. 

Su visión y pasión por su país y su abundante naturaleza es algo que me tiene cautivada desde la primera vez que pude leer algo de él, ya que en cada escrito resalta esas bellezas que pueden ser perceptibles en sus poemas. 
Además de todas esas conexiones con la literatura, su impacto cómo traductor de varios idiomas llegó hasta la ONU, así mismo en su vida profesional, pues llegó a traducir varias obras literarias. 
Hasta el último día de su vida entregó todo por la difusión cultural en Ecuador, en dónde también llevó a cabo el papel de redactor, locutor y presidente de la casa de cultura ecuatoriana.

En sí, su amor por las culturas andinas, por conocer el mundo, por la literatura y su cercana relación con Pablo Neruda, me hacen pensar varias veces en lo grande que era. No sólo por sus novelas o sus exquisitos poemas, sino por la importancia de sus labores hacía los demás, ayudando a la difusión de varias obras por el mundo. 


De ti nací y a ti vuelvo, arcilla, vaso de barro, con mi muerte yago en ti, en tu polvo enamorado.


Un día cómo hoy de hace 7 años, ese eterno enamorado de la utopía, de la creación, las causas sociales y la poesía, nos dejaba para ser enterrado en una vasija de barro, tal y cómo era su voluntad, tal y cómo lo hacían sus antepasados siempre presentes en él hasta ese día.

Me parece sumamente importante recordar una frase de su última entrevista, la cuál me sé de memoria, pues es una de mis favoritas en la vida:

Sigo buscando el libro que no he podido escribir desde hoy, ese que justificaría mi existencia.

Gracias por todo, Enrique. Desde el día que pude leerte hasta hoy, tus palabras y ejemplo son para mi el espacio creativo para cultivar y difundir en mi y en la sociedad el papel de la cultura en nuestra vida diaria, que nos dará las alas para cada día hacer un universo más infinito, sin prejuicios, apreciando nuestro pasado. Sigues vivo entre cada susurro de las personas que te leemos. 







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